Es un trozo de un largo discurso de Jesús que termina para dirigirse al huerto de los Olivos (capítulo 18)
El contexto es la última cena, donde ha hecho el gesto de lavar los pies a sus discípulos (capítulo 13).
En esta parte usa la comparación de la vid, de cuyo tronco -la cepa- nacen las tiernas y largas ramas llamadas sarmientos, que dan las hojas y los racimos de uvas. Estas ramas se usaban también para encender hogueras, una vez cortadas y secas. En el país de Jesús abundan las viñas.
Jesús se identifica con la vid y a sus discípulos con los sarmientos. La comparación expresa la unidad entre Jesucristo y sus discípulos; como lo muestra el hecho de que desde el versículo 4 al diez de este capítulo 15 aparece 9 veces la palabra "permanecer".
Los efectos de la permanencia de los discípulos con Jesús son los mismos que la de los sarmientos con la vid: mientras permanecen unidos, dan fruto; cuando son cortados, se usan para el fuego. La palabra "fruto" sale seis veces desde el versículo 2 al 8, señal de su importancia; Juan enlaza el hecho de dar fruto al de ser discípulos (v. 8)